tradición

Zapatero a tus zapatos

El noble oficio del herrero

herrero trabajando la herradura con el martillo sobre el yunque

Sería conveniente aclarar que en verdad no son herreros. Son herradores. Así les gusta llamarse a sí mismos y sin duda es la manera correcta de referirse a ellos ya que su trabajo consiste, precisamente, en «herrar» caballos. Esta distinción de términos obedece a una especialización dentro del oficio del herrero que sucedió hace muy poco, considerando que se trata de un trabajo antiguo. Según indica el sentido común, existiría desde el comienzo mismo de la Edad de Hierro. 
No se sabe con exactitud en qué momento se empezó a utilizar herraduras en los caballos. Los griegos y los romanos usaban una especie de bota de cuero, esparto (fibra vegetal resistente) o metal que ataban a las extremidades de los caballos y su uso era ocasional.
A partir de la Edad Media parece estar comprobado el empleo de herraduras clavadas. Lo que sí es seguro es que ese trabajo lo adoptaron los herreros quienes, además de forjar la herradura, la colocaban en los cascos de los caballos.

herrero poniendo herradura a un caballo de carrera

Ya en estos tiempos, la tarea de herrar caballos pasó a ser una especialidad en sí misma y de la producción de herraduras se encarga la fábrica.

También está cambiando el modo de aprendizaje del oficio que antes era tradicional, con la figura del aprendiz que incorporaba conocimientos con la práctica y ahora, cada vez más, es mediante cursos de capacitación, como el que se da en la Facultad de Ciencias Veterinarias de la Universidad de Buenos Aires desde el año 1998.

primer plano de las manos del herrero clavando una herradura a un caballo de carrera

Pero ¿por qué es tan importante la práctica de herrar al caballo, que se realiza por lo menos desde hace 1500 años? El objetivo central es proteger los cascos del caballo del desgaste producido por el roce contra el suelo, con la finalidad de aumentar su rendimiento tanto en el deporte como también en el trabajo. Otra función muy importante es balancear la pisada del animal y corregir su postura y prevenir lesiones. La herradura también ayuda en el tratamiento de muchas enfermedades. 
Sin embargo, la herradura no deja de ser un cuerpo extraño que interfiere con el normal funcionamiento del pie, por eso existe un consenso entre los herradores en considerarla como «un mal necesario». Aún así, los beneficios para el animal y las personas superan a los perjuicios que pudieran surgir, siempre y cuando el trabajo esté bien realizado. «Hay un dicho que dice sin pie no hay caballo. Podés tener el mejor caballo del mundo, pero si no puede estar parado no sirve. Es una zona de mucho cuidado», dice Sergio Reisenavers, herrero desde hace más de 30 años.

herrero intentando sujetar a un potrillo de carrera

El procedimiento de herrado tiene varios pasos: primero se desclava y retira la herradura usada, se limpia la palma y luego se «desvasa», se corta el excedente del casco, lo que creció la uña durante un mes que es aproximadamente 1 cm., después se lima lo más parejo posible, se amolda y clava la herradura y finalmente se remacha las puntas de los clavos, «parece sencillo pero no lo es. Es una operación que hay que hacer con mucho cuidado porque si se llega a las áreas sensibles del casco se puede provocar dolor y lesionar muy gravemente al animal. Por eso es importante conocer anatomía, saber qué hay adentro del pie», dice Federico Caraballo que pertenece al equipo de herradores comandados por Sergio.
La clave es conseguir que el caballo pise lo más parejo posible y que adquiera una postura correcta: «un caballo desbalanceado es como un auto, si tu auto está desbalanceado a 100 km por hora vibra. Bueno,  el caballo, se pega, se golpea. Si un caballo veloz cuando está corriendo se pega, se frena porque le duele. Entonces un caballo bueno se golpeó cuatro, cinco veces y después no quiere correr más porque sabe que se va a golpear. Por eso es importante el aplomo del animal, tenerlo bien parado. Un caballo bien parado es raro que tenga lesiones, puede tenerlas como cualquier deportista pero se minimizan los riesgos», destaca Sergio.

herrero poniendo herradura a un caballo de carrera

Los aplomos tienen que ver con las líneas de la dirección de las extremidades del caballo, con su postura, que debe ser lo más simétrica y armónica posible. Estos varían de acuerdo a la conformación física de cada animal: «Cada caballo tiene su forma de pisar que es única. Nosotros tenemos que mirar y ayudar para que quede lo mejor parado posible. Por eso nuestro trabajo no se puede industrializar», dice Federico.
Cada animal tiene su propia pisada, su forma particular de pararse, entonces necesariamente cada trabajo debe ser realizado a medida, personalizado, único, porque responde a las necesidades de cada caso. Esto es lo que permite conservar el carácter artesanal del oficio de herrar, que además es considerado por muchos como un arte: «hay
 que observar cómo camina el caballo, cómo salen las patas, las manos, dónde se encuentran, cómo se golpean, dónde hay mas presión, menos presión, eso es todo vista y aprendizaje que te da el tiempo y la práctica», explica Sergio.

herrero poniendo herradura a un caballo de carrera

 

Al igual que los zapatos, las herraduras tienen un número correspondiente al tamaño del casco y son distintas para las manos (delanteras) y las patas (traseras). En caballos de carrera se utilizan de hierro liviano para entrenar y de aluminio para correr. Por reglamento, los hipódromos establecen el tipo de herraduras permitidas durante las carreras.

 

Fotografías: Silvana Boemo